lunes, 4 de mayo de 2009

Bolivia

Las razones de un fracaso
Por Francesco Zaratti - Columnista - 3/05/2009
Los Tiempos.com
Se sabe que a veces el cambio viene acompañado de su secuela de desastres, especialmente cuando es violento e impredecible. Pienso en el cambio climático, aunque no es el único. De modo que, más que llorar sobre la leche derramada, es preferible, en este tercer aniversario de la autodenominada “nacionalización”, analizar las razones que nos han llevado al deplorable estado actual de cosas.
La primera causa del fracaso ha sido ciertamente la excesiva politización de la empresa YPFB. No se trata sólo de ser respetuosos, en el manejo de empresas públicas, de la separación entre Estado y partido en el gobierno, sino de entender la inevitable secuela de corrupción, nepotismo, incompetencia, interinatos y discontinuidades en las estrategias sectoriales. En el caso de YPFB no han sido sólo el cambio de seis presidentes, todos interinos y casi todos nada santos, ni el ya olvidado sabotaje de la CIA, sino la falta de claridad en las metas y estrategias corporativas las causas que nos han llevado al descalabro actual.
En segundo lugar, identifico otra razón del fracaso de la política energética del actual Gobierno en la ideologización del sector. En una industria que mueve miles de millones de dólares, hay que moverse con los pies firmemente anclados a la tierra. La ideologización del sector ha sido evidente en dos relaciones: con las empresas y con los países-clientes. Con las primeras ha quedado claro que la receta del revanchismo demagógico (“socios, no patrones”, en realidad “enemigos, no aliados”), expresada en los “contratos más duros del mundo”, lejos de funcionar en la práctica, ha llevado a asumir posturas desesperadas de ceder a las exigencias de las mismas empresas cuando las papas empiezan a quemar. Geopolíticamente, si bien se entendió que nuestro mercado está en la región, en la práctica se hizo poco para armonizar los intereses comunes (olvidando que “La cadena tiene dos extremos”, como escribí hace poco en este espacio). En el caso del Brasil, se ha tensionado innecesariamente la relación energética, con consecuencias muy serias, y con la Argentina se comprometió una quimérica provisión de gas, incompatible con las malas relaciones con los verdaderos operadores de la producción.
Pero, quién sabe, la razón fundamental del fracaso es la pérdida de confianza en la capacidad y seriedad de la gestión energética. Este gobierno puede hacer mil concesiones ahora, mas la desconfianza seguirá, y bien justificada. La corrupción ha incrementado la desconfianza de la población en las actuales autoridades y ha ralentizado el metabolismo de YPFB. La “opacidad” con que se manejan los temas energéticos, reflejada en la ausencia de un debate “de cara al pueblo”, es una señal clara de desprecio por la opinión pública y de miedo a que se les caiga la máscara al Gobierno. Hay, además, una carencia inadmisible de datos, como la certificación de reservas, base de toda planificación que se respete.
En fin, llegamos al tercer aniversario de la “nacionalización” en un ambiente sombrío, más que por los problemas actuales, que aún pueden ser superados, por la soberbia que no reconoce ni corrige las razones del fracaso de YPFB.

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