Petróleo pesado en la región andina
Hace un año, los focos de la prensa petrolera
se posaron sobre Colombia. Durante una
serie de roadshows para promocionar nuevas
inversiones en exploración y desarrollo de
petróleo, la Agencia Nacional de Hidrocarburos
(ANH) de ese país anunció que Colombia
podía albergar más de 20.000 millones de
barriles de petróleo recuperables.
Este potencial, según la ANH, corresponde
a depósitos de petróleo pesado, un tipo
de hidrocarburo de mayor densidad y
con mayores impurezas que el petróleo
mediano y ligero que se ha producido
mayoritariamente hasta el momento. El
petróleo pesado es técnicamente más
difícil y caro de extraer y su precio está
castigado debido a las mayores dificultades
que presenta su refinación. Pese a esto, el
petróleo pesado y sus primos hermanos, el
crudo extra-pesado y las arenas bituminosas,
han ganado peso en el futuro de la industria
petrolera global.
“La época del petróleo fácil se acabó”,
señala RoseAnne Franco, analista principal
para América Latina de la consultora PFC
Energy. Esto significa que la producción
petrolera del futuro dependerá cada vez más
de la explotación de yacimientos complejos
y complicados de operar, como los de aguas
profundas, los campos de petróleo pesado
y extra-pesado. “Es un nuevo entorno, con
proyectos de alto costo; los proyectos de
petróleo pesado son parte de esta nueva era
del petróleo”. Esto no es un tema menor para
América del Sur, ya que la subregión albergaría
casi dos tercios de las reservas recuperables
de petróleo pesado del planeta.
En este reporte analizaremos las
perspectivas que presenta el desarrollo de
las reservas de crudo pesado en la región
andina y las ventajas y desventajas que
presentan los países de esta zona para la
explotación a mediano y largo plazo de este
tipo de petróleo.
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